En los últimos 20 años ha habido un cambio radical en el modelo de negocio de los operadores de telecomunicaciones, pasándose de dar servicios de voz a través de sistemas de telefonía fija a ofrecer toda clase de servicios accesibles desde un terminal móvil. Obviamente esta metamorfosis no hubiera sido posible sin un avance tecnológico sin precedentes que ha diluido la frontera entre telecomunicaciones e informática para permitir el nacimiento de un mundo virtual accesible desde prácticamente cualquier sitio y al alcance de cualquiera. Clave en el proceso de globalización en el que nos hayamos inmersos de pleno, también ha traído consigo nuevas formas de relaciones entre las personas, personales o mercantiles. Ahora nos hallamos conectados en una gigantesca red, una red que ha tenido que extenderse y mejorar para soportar la cantidad de tráfico que genera el mundo día tras día.
Pues bien, una vez que las infraestructuras están en pleno proceso de expansión en aquellos lugares en los que se carecía de cobertura y de mejora en otros, ha llegado la hora de ofrecer servicios que se apoyen en las mismas y cuya cantidad sólo está limitada por nuestra imaginación. El hecho de que a través de nuestros terminales móviles estemos conectados de forma permanente, ocasiona que muchos de los aspectos de nuestra vida cotidiana pueden hacerse más llevaderos gracias a servicios tales como el de localización (desde hace tiempo ya disponible en los teléfonos móviles), gestión de flotas, logística, etc. Ello conlleva que haya un amplio mercado para los desarrolladores de estos servicios, y claro, éstos mismos habrán de ser prestados a través de las redes de telecomunicaciones ya establecidas, gran negocio para las operadoras, que no sólo atraen a sus usuarios con nuevos servicios, sino que reciben ingresos de los desarrolladores y facturan el acceso a sus redes para el disfrute de los mismos. Este es el caso del proyecto Open Telefónica, fuerte apuesta de la operadora en este modelo de negocio ya explotado de forma tan exitosa por compañías como Google o Apple. La subcontratación de servicios a terceros accesibles por su red es una actividad que sólo repercute en beneficio, ya que la red está hace tiempo amortizada y el desarrollo se deja en manos del desarrollador, que suele poseer un mayor conocimiento del mismo. Para facilitar la labor, Telefónica está ofreciendo APIs para posibilitar el desarrollo apoyado en las capacidades de red que ofrece, lo que aumenta su control sobre datos, la forma de prestación y pone a disposición de terceros capacidades de seguridad y autenticación. Este planteamiento tiene varias ventajas para Telefónica, ya que suele tener acceso al conocimiento del servicio, lo que le permite ofrecer los suyos propios, o deriva la explotación, con lo que sólo tiene que recoger su parte de las ganacias. Estos acuerdos tienen la ventaja añadida de la internacionalidad de Telefónica, con lo que los servicios se pueden prestar de forma internacional o se puede negociar con desarrolladores locales, la operadora siempre gana. La mecánica puede ser un círculo virtuoso en el que la prestación de servicios atrae más clientes hacia la operadora, al aumentar el número de clientes se desarrollarían más servicios al crecer la demanda de los mismos y así sucesivamente, descartando claro el efecto de la competencia entre operadoras, aunque considerando el hecho de que habría un seguimiento mutuo entre las mismas de los avances y las prestaciones se llegaría a una situación de equilibrio como la actual.
En definitiva, hemos sido testigos de cómo las redes de telecomunicaciones no se han quedado sólo en eso, en redes, sino que se les ha ido añadiendo valor que genera nuevas perspectivas de negocio. En este tipo de planteamiento la operadora es la pieza clave que permite a un emprendedor ofrecer un servicio a través de una plataforma que es una máquina totalmente engrasada en cuanto a comunicación, sistemas de gestión, de cobro, etc. Por su parte, la operadora se asocia con un tercero que es especialista en aquello que se quiere ofrecer al usuario con lo que por una parte de las ganancias se puede permitir el lujo de delegar y dedicarse a facturar, con el aliciente de siempre tener la posibilidad de desarrollar sus propias aplicaciones, puede elegir la opción que le resulte más lucrativa. Las posibilidades de este modelo de negocio son demasiado grandes para ambas partes como para no llegar a acuerdos beneficiosos para todos, de ahí los tratos entre importantes compañías y Telefónica que se están llevando a cabo.
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